Crítica de la teoría del desarrollo, de Peter Bauer
La pobreza no es inexorable:
El modo en el cual países no desarrollados puedan alcanzar el desarrollo, es una vieja y aun no resuelta controversia de la teoría y la práctica económicas. Básicamente, hay dos enfoques: uno de ellos plantea la conveniencia de que los organismos de ayuda internacional intervengan activamente para incentivar la puesta en aplicación de planes destinados a promover el desarrollo en países atrasados, usualmente de África, aunque también pueden ser de América latina o de Asia. El otro criterio es que esas ayudas, en lugar de promover el desarrollo, tienen el efecto de que permiten a las oligarquías gobernantes apoderarse de los recursos provenientes del extranjero y utilizarlas en su provecho personal, convirtiéndose así en el principal obstáculo para un crecimiento sostenido de la calidad de vida de esas naciones.
Este es, en esencia, el debate abordado por Peter Bauer en el excelente y lamentablemente olvidado libro Crítica de la teoría del desarrollo, publicado en 1971 pero con plena vigencia en la actualidad, al menos en sus líneas directrices. El trabajo comienza por la realización de un análisis de las diferentes teorías propuestas para superar la pobreza estructural. Bauer se sitúa en una posición donde el paradigma dominante es que, sin la llegada de ayuda exterior, los países atrasados nunca podrían salir de la situación en la que se encuentran. Y, una vez asumida la vigencia de ese principio que se supone axiomático, el autor comienza su análisis crítico, poniendo en evidencia las inconsistencias de las premisas de las que el paradigma dominante parte y, en consecuencia, la invalidez de todas sus conclusiones posteriores.
Entonces, una vez planteada la crítica al paradigma dominante, Bauer va presentando la alternativa, la cual consiste en incentivar mejorías institucionales que atraigan inversiones genuinas para que los procesos de desarrollo sean sustentables e interconectados. El problema de los planes elaborados por los burócratas radica, en muchos casos, en que omiten considerar los factores de complementariedad que requieren las iniciativas promovidas. Por ejemplo: se instala una fábrica, pero no hay caminos o puertos apropiados para transportar las manufacturas, o el suministro de energía no es suficientemente intenso, o los insumos no están disponibles en las condiciones requeridas, etc. Todo esto sucede, principalmente, porque quienes elaboran esos planes no suelen estar sobre el terreno, no conocen las particularidades locales de los lugares sobre los que trabajan, ignoran los factores culturales involucrados, etc.
La propuesta de Bauer es un caso particular del concepto general de que los capitales privados, en la búsqueda del beneficio, producirán mejores resultados que la planificación centralizada. Pero el interés del libro radica en que supera la enunciación conceptual del problema y se adentra en el análisis de los detalles, para lo cual comienza por rechazar el remanido concepto de los términos de intercambio, elaborado por el economista argentino Raúl Prebisch.
Un punto central en el análisis de Bauer es la apreciación que el factor psicológico tiene como determinante del desarrollo. Dice en el Capítulo 2 que:
“El desarrollo económico exige la modernización de la mente. Requiere la revisión de las actitudes, formas de comportamiento e instituciones contrarias al progreso material. Las actitudes, costumbres e instituciones del mundo subdesarrollado difieren radicalmente de las que han estimulado el progreso material en el Occidente del último milenio, especialmente aquellas que han prevalecido en recientes centurias”. Y poco después explica que:
“La planificación global no fomenta cambios favorables de estas actitudes y costumbres. Refuerza la tradición autoritaria de muchas sociedades subdesarrolladas que impide el desarrollo de facultades y motivaciones acordes con el adelanto material. La planificación central refuerza el sometimiento del individuo a la autoridad por la continuación y ampliación del control estatal en todas las capas. Una evolución así desalienta la confianza en sí mismo, la provisión personal para el futuro, la curiosidad sostenida y una actitud experimental”.
En definitiva, Bauer va al meollo del problema, el cual consiste en cuestionar a instituciones como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el FMI y otras similares, porque sus programas no están concebidos de manera adecuada a las necesidades y conveniencias de aquellos a quienes pretenden ayudar. Propone, en cambio, un proceso de apertura económica que motorice la búsqueda, de parte de cada comunidad, de los mecanismos apropiados para desarrollar sus respectivas particularidades. Por la amplitud, la estructura de presentación y la meticulosidad de la información y el razonamiento presentados, este libro resulta una contribución –lamentablemente, poco conocida− de inestimable valor.