Tratado de Economía Política, de Jean Baptiste Say

Tratado de Economía Política, de Jean Baptiste Say

Una versión más depurada y más detallada de las ideas de Smith

Fuente: https://web.archive.org/web/20160606192520/http://www.nanopoder.com.ar/clasicos/tratado-de-economia-politica.html


El Tratado de Economía Política o Exposición sencilla del modo con que se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas, publicado por el economista francés Jean Baptiste Say en 1803, constituye el primer avance importante de la ciencia económica después de la publicación de La Riqueza de las Naciones por Adam Smith, 27 años antes. Say presenta una versión más simple y depurada de las ideas de Smith pero, por ese motivo, permite identificar con más claridad los fundamentos de los procesos económicos. Ideas que en el libro de Smith aparecían más confusas, se aprecian con más nitidez en la obra de Say.

Específicamente, el aporte de Say es la clarificación respecto de cuáles son los tres grandes factores de producción económica: los factores naturales, el trabajo y el capital. A partir de allí, el libro va presentando, gradualmente, una exposición ordenada respecto de cómo los procesos de mercado se desarrollan. Todos estos elementos estaban presentes en la obra de Smith, pero bastante desordenados y, en alguna medida, supeditados al propósito general de demostrar las ventajas de la economía libre por sobre el intervencionismo mercantilista.

En Say, los beneficios de la libertad económica son asumidos como un concepto dado y eso le permite al autor concentrarse en cuestiones de detalle que Smith no había tocado o lo había hecho de manera poco sistemática. Todo esto deriva en un trabajo más técnico y menos ideológico, si lo comparamos con el libro de Smith. Say es un autor importante dentro de la historia del pensamiento económico porque es el primero que empieza a darle alguna sistematicidad a la idea de que la economía es un proceso de intercambios voluntarios, gobernados por la acción individual de los seres humanos. Muchas de las ideas que luego los austriacos comenzarían a desarrollar con mayor detalle aparecen en estado embrionario en el pensamiento de Say.

Por ejemplo, la diferenciación entre bienes de consumo y factores de producción, que luego Menger utilizaría como uno de los pilares de su edificio doctrinal, están presentes en el análisis del economista francés. De ese modo, partiendo de los hechos más evidentes a simple vista, el libro va avanzando gradualmente hacia los procesos menos apreciables, para ir desmenuzando cómo se acoplan las diferentes piezas que configuran la maquinaria de la economía. No faltan, en el análisis de Say, los factores que pueden operar como obstáculo, tales como ciertas disposiciones del gobierno, y tampoco están ausentes cuestiones como el derecho de propiedad, que configuran el marco institucional dentro del que la economía opera.

Una vez explicada la mecánica básica del proceso económico, Say se adentra en el análisis del fenómeno de la moneda, manejándose en el marco del patrón metálico (todavía oscilante entre el oro y la plata) que estaba vigente en la época en la que el libro se escribió. Por entonces, no se conocían las teorías que sustentaban la utilización de la política monetaria como instrumento de la gestión económica y de la búsqueda de determinados objetivos sociales. Pero, al mismo tiempo que un defensor de la moneda sana, lanza Say una preclara advertencia respecto de los riesgos involucrados en los manejos bancarios excesivamente audaces, que ya había tenido sus expresiones en el libro de Smith.

Después de haber planteado los rasgos que configuran, interrelacionados, la estructura del proceso económico, pasa Say a analizar las consecuencias de la puesta en aplicación de esta dinámica, es decir, el proceso de asignación de las rentas extraídas del desarrollo del proceso de producción. Aquí, nuevamente, partiendo de los hechos evidentes a simple vista, va interiorizándose en cada uno de los detalles, estudiando las diferentes ramificaciones del proceso de generación de beneficios, con las respectivas particularidades, según se trate de los distintos factores de producción.

Luego, como complemento del tema anterior, estudia el fenómeno del consumo, al que divide en privado y público (es decir, estatal) para concluir con un interesante análisis de los fundamentos de las finanzas públicas donde, una vez más, depura las ideas que ya había presentado Adam Smith. Aquí analiza tanto los gastos del estado, como los fundamentos de un sistema impositivo recomendable. Concluye con un estudio sobre el problema de la deuda pública y sus consecuencias sobre el proceso económico en general.

En síntesis, se trata de una obra de lectura recomendable, en particular para el lector que no tenga la paciencia necesaria como para sostener la lectura de un libro tan denso como lo es el de Smith. El tono de la redacción es amigable, ordenado y comprensible. En la época de Say, todavía (esto cambió más adelante) los economistas escribían con el lenguaje de los legos. Por eso el Tratado es un buen libro para tomar un conocimiento detallado pero ordenado de los fundamentos de la economía clásica, a través de uno de sus mejores expositores.

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