El mundo en ebullición, en escorzo y en confusión

EL MUNDO EN EBULLICIÓN, EN ESCORZO Y EN CONFUSIÓN

Armando Ribas, octubre 2015.
Fuente: https://web.archive.org/web/20180903105044/https://armandoribas.com.ar/escorzo.html


Cada día me convenzo más de que vivimos en un mundo inverosímil e impredecible en el que reina la confusión más acuciante. En primer lugar porque todo parece indicar que se ignora la razón de ser del mundo que como reconociera Karl Popper hace más de cincuenta años: “A pesar de nuestros grandes y serios problemas, y a pesar del hecho de que nuestra sociedad seguramente no es la mejor posible, yo digo que nuestro mundo libre es por mucho la mejor sociedad que ha existido durante el curso de la historia humana”. Y en este mundo conviven sociedades de las más diversas concepciones culturales. Así como dijera Don Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

Con respecto a este último aserto, que considero válido en gran medida, disiento en parte de la proposición. Existe una verdad, la cual al mismo tiempo que se desconoce, se ignora o se desprecia en función del color del cristal con que se mira, y que decididamente es rojo. Tanto así que aparentemente Raúl Castro fue el presidente latinoamericano más aplaudido en las Naciones Unidas. Y al mismo tiempo que Obama discrepa con Putin por apoyar el régimen totalitario de Al Assad en Siria en su lucha contra el terrorismo del EI, Estados Unidos acuerda con Cuba. Es decir con el régimen más criminal que ha padecido Cuba y América Latina.

Pero voy a insistir con una confusión fundamental, y permítanme otra cita que considero trascendente. Peter Drucker escribió: “No puede negarse que la Ilustración y la Revolución Francesa contribuyeron a la libertad en el siglo XIX. Pero su contribución fue totalmente negativa… Hay una línea directa desde Rousseau hasta Hitler. Una línea que incluye a Robespierre, a Marx y a Stalin… Tan difundida y falaz como la creencia de que la Ilustración engendró la libertad en el siglo XIX es la creencia de que la Revolución Americana se basó en los mismos principios que la Revolución Francesa y que fue efectivamente su predecesora”.

Perdón por la extensión de esta cita, pero las ideas contenidas en la misma son fundamentales para tratar de entender el mundo en que vivimos, evidentemente confundido por ignorar cuál fue la razón del curso histórico que se produjo tan solo en los últimos doscientos años. Por ello no me canso de repetir que la idea de la civilización Occidental, que entraña la confusión entre la filosofía política anglo-americana y la franco–germánica, implica ignorar la realidad del mundo en que vivimos. Europa por siglos vivió lo que me he permitido llamar el oscurantismo de la fe, y así Montesquieu en sus “Cartas Persas” reconoció que los cristianos eran los que más se mataban entre ellos. De esa etapa, Revolución Francesa mediante y con la contribución de Kant, Hegel, Nietzsche y Marx, pasó al oscurantismo de la razón. En función de ese racionalismo llegamos en el siglo XX a la segunda guerra mundial que costó la vida a 50 millones de personas y al holocausto.

Las guerras en el mundo occidental (no civilización occidental) han desaparecido gracias a las armas nucleares, que como bien dijera el Papa Juan Pablo I no son bélicas son disuasorias. Y esa realidad la había previsto Alberdi cuando escribió en El Crimen de la Guerra: “Las guerras serán más raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las incitan”. Tal fue la razón por la cual la Guerra Fría no se tornó en caliente. En esa guerra no hubiera habido vencedores ni vencidos sino solo destruidos. Las guerras pendientes son las que entrañan el terrorismo y donde no existen las armas nucleares, tal como ocurre hoy en Siria. Son pues los problemas internos los que quedan pendientes en este mundo globalizado, en el cual impera la información pero se carece de la formación.

Empezando con el Medio Oriente, es un hecho indiscutible que vive en la Edad Media. Cuando el que gobierna representa a Dios, el que se le opone es un hereje y por tanto hay que matarlo. Por ello continúan las guerras entre esos países, pero por supuesto sin armas nucleares. Así también surge la preocupación por la posibilidad de que Irán logre producir esas armas.

Pero volviendo entonces al pasado reciente de Europa podemos ver que Hegel considera en nombre de los reyes que “el estado es la divina idea tal como se manifiesta sobre la tierra”. Consecuentemente el individuo no tiene otra razón de ser que su pertenencia al estado y por tanto la guerra era el momento ético de la sociedad. En esa línea se había pronunciado Kant cuando escribió que: “El hombre quiere la concordia, pero la naturaleza que es más sabia sobre lo que le conviene a la sociedad, quiere la discordia”. De esa situación la Europa Occidental ha pasado al socialismo, Eduard Bernstein mediante, que en 1899 en discusión con Lenín escribió “Las Precondiciones del Socialismo”, donde comienza sosteniendo un error magno cuando escribió: “El socialismo es el heredero legítimo del liberalismo. No hay un pensamiento liberal que no pertenezca también a los elementos de las ideas del socialismo”. Así, ignora que el socialismo es la contradicción ética del liberalismo al ignorar la realidad de la naturaleza humana. Realidad que se había reconocido por Jesucristo cuando dijo: “El justo peca siete veces”.

Seguidamente en la obra citada escribió: “En nuestro tiempo hay una casi incondicional garantía de que la mayoría en una comunidad democrática no hará ninguna ley que haga una lesión interminable a la libertad personal”. Por supuesto no conoció a Mussolini ni a Hitler. Y no conoció tampoco las realidades de nuestro tiempo en diferentes países de América Latina cuyos gobiernos pretenden actuar democráticamente con un poder absoluto. Igualmente debemos reconocer que cuando el gasto público alcanza al 50% del PBI o más y se imponen niveles de impuestos impagables, se están violando los derechos de propiedad, así como el derecho a la búsqueda de la propia felicidad.

El socialismo, hoy con el Papa a la cabeza, pretende que los hombres sean ángeles o que sean gobernados por ángeles, olvidando que como bien escribiera James Madison: “Si los hombres fueran ángeles no sería necesario el gobierno, y si fueran a ser gobernados por ángeles no sería necesario ningún control ni interno ni externo. Pero al organizar un gobierno que va a ser administrado por hombres sobre hombres al gobierno, la mayor dificultad yace en esto: Ud. debe primero capacitar al gobierno para controlar a los gobernados; y en segundo lugar obligarlo a controlarse a sí mismo”. De ahí surge la necesidad de la división de los poderes y la función fundamental del poder judicial para decir qué es la ley conforme a los principios establecidos en la Constitución.

En América Latina, después de haber sufrido la guerrilla organizada y financiada por Rusia y Cuba prevalece la democracia mayoritaria que es el llamado populismo que es el engendro de la demagogia tal como la definiera Aristóteles hace 2.500 años, y al respecto dijo: “Cuando el pueblo se hace monarca, se hace déspota y viola la ley, y desde entonces los aduladores del pueblo tienen un gran partido”. Esa es la democracia mayoritaria que en algunos casos pierden la mayoría y al respecto Alejandro Hamilton escribió: “Una peligrosa ambición yace detrás de la especiosa máscara del celo por los derechos del pueblo”.

Hoy esa democracia prevalece en algunos de los países de América Latina cuyo proceso ético político vigente es un hecho indiscutible, y a ello se une la del régimen más criminal del continente que es la Cuba en manos de los Castro desde el año 1959 a la fecha. Y hoy estos criminales son recibidos por Obama para reiniciar las relaciones con Cuba y visitados por el Papa. En este proyecto parece ante los ojos del mundo que la causa de la pobreza en Cuba ha sido el embargo americano, que la izquierda falazmente denomina ‘bloqueo’. Si hubiese habido un bloqueo, hace décadas que Fidel Castro no estaría donde está.

Los propios Estados Unidos, tal como lo han reconocido algunos candidatos republicanos como Donald Trump y Marcos Rubio, están violando los principios fundamentales establecidos por los Padres Fundadores, que crearon en sólo cien años la primera potencia mundial. Pero la confusión del “Rule of law” con el capitalismo es el pretexto falaz de la izquierda para descalificar al sistema que permitió la libertad y la creación de riqueza por primera vez en la historia. Demás está decir que las palabras del Papa en esta instancia constituyen a su vez el desconocimiento de la razón de ser de la pobreza en el mundo subdesarrollado.

Siguiendo el viaje por el mundo, me voy a referir al caso de China, que constituye una prueba más de que hay un solo sistema que crea riqueza en el mundo. Si bien la China no practica en su esencia el Rule of Law en lo que hace a los derechos a la libertad, es evidente que cuanto menos ha reconocido el derecho de propiedad, desde un poder absoluto de un comunismo que es más capitalista que Europa. Por ello el 40% de la inversión extranjera va a la China y así lleva más de veinte años creciendo al 9% por año. Hoy ante el mundo está en crisis porque “solo” crecerá este año un 7%. Parece un chiste pues se ignora la crisis europea desde la social democracia, donde se crece a razón del 1%.

Si bien el caso de Rusia no es tan claro, parecería evidente que Putin ha producido un cambio político interno, en un mundo en que la guerra ha desaparecido como proyecto de los estados. Y la India parece haber abandonado las ideas de Mahatma Gandhi, y por ello también estaría creciendo. Y para terminar este viaje insoslayable voy a insistir en que en la medida que sigamos ignorando la diferencia entre la filosofía política anglo-americana creadora de la libertad, y la franco-germánica creadora del totalitarismo, difícilmente vamos a comprender la realidad del mundo en que vivimos. El Papa es el mejor ejemplo del error que padecemos hoy en el mundo. Es evidente que estamos mirando a través de un cristal rojo, y a los hechos me remito.

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